Noviembre dulce

El miedo es un perfecto paralizador de tu vida. No eres capaz de ver esa escalera que tienes delante porque te resistes a la idea de tener que subir un peldaño más. Puedes sentir hasta vértigo viendo cómo los pilares desde los que creías que te asentabas se desvanecen y nada tiene ya sentido. 
El mes pasado preveía en mis amigos que los próximos treinta días que dura noviembre, serían tormentosos. Llevaba años que se repetía la misma historia. Aparecía un agujero negro que empezaba a funcionar a finales de octubre y que, hasta que no llegasen las luces de navidad, las semanas pasarían lentas y melancólicas.
Como placebo para mi autoconcepto, lo razonaba con la idea de que era el único mes que no poseía un entretenimiento o una festividad que festejar. El clima cambiaba, detesto el viento, el frío y la humedad, y de repente los días se volvían más oscuros, sumando el cambio de hora. 
Empieza a dar pereza salir de casa o hacer planes con los amigos, así que yo estaba dispuesta a llevar con calma este mes, dejarlo pasar como otro año más, pesado e incómodo.
Para mi sorpresa, cuando ayer recordé que finalizaba ya noviembre, había pasado de manera fugaz como cualquiera de los meses anteriores. Y puedo concluir que mi vida fue, en promedio, mejor que cualquier mes de este año 2021. Me da mucho para reflexionar.
Parece que comienza a dar fruto la imposición de silenciar toda mi vida y romper los esquemas con los que hasta hora creía que necesitaba.
Aparecieron unas duras noticias que, a nivel emocional, me han roto los esquemas y me hicieron sentir una frustración e ira infinita, una tristeza y un desconsuelo atroz pero que, esta vez, como ya no sufro de ansiedad en mi día a día, he dejado que saliese de manera ordenada sin culparme a mí misma por no estar perfecta para los demás. 
Una vez más me sentí arropada por mi gente, me calmé, permití que se curase de forma natural y cuando tuvo que ser, esas emociones se transformaron en una gratitud de nuevo, una serenidad a que todo se irá colocando con el tiempo, y una humildad de que la vida en cuestión de una llamada es capaz de transformarse de nuevo, así que mientras se pueda, hay que aprender a aprovecharla por completo. 
Me despido de un noviembre dulce, lleno de momentos de auténtico cariño y calma.
Ah! Y otro dato importante, he decidido la despedida final de quien no me dejaba avanzar. Me ha costado, mucho, pero ahora siento que me quiero más.

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