Llegó el punto y final

Un año
Ayer de noche, tirada en el suelo de su entrada, enfrente a la puerta de salida para no volver jamás. Y él sentado en el sofá del salón en silencio. Le di las gracias de corazón por hacerme vivir en este tiempo momentos increíbles de ternura y lo que le llamábamos amor. Lloré y me sentí aliviada cuando le dije que me rendía, era nuestro punto y final.
Salí y tuve la grandísima suerte de poder hablar con una antigua amiga hasta las tantas de la noche, era la única persona que podría entender cada palabra de rabia, de cariño, de dolor, de esfuerzo... que me había hecho pasar esta relación.
Y llegué a casa y tiré a la basura cada rastro de él, borré todo contacto y no sentía ira, ni dolor. Fue una especie de fuerza ante la decisión de que no iba a volver a pasar por aquello nunca más, por lo menos con él.
Y ese fue el click para dejar ir, para meterme en cama estar tranquila porque no fui capaz de dormir casi nada y de levantarme ahora serena queriendo afrontar un nuevo día.
Me da vergüenza de momento contar lo que ha pasado, igual lo guardo para mí. Solo quiero que pasen los días y que quede todo en un buen aprendizaje de mí misma. 
Estoy orgullosa de todo lo que ha pasado y cómo ha pasado. Ayer le dije que no podría evitar ser yo misma y que no iba a cambiar. Su silencio me dejó claro que él tampoco podría evitar ser él mismo y tampoco iba a cambiar. Así que el cambio será en mi corazón decidiendo tomar otro camino.
En este tiempo me fui levantando poco a poco y generando las herramientas para que esto fuera más fácil, no sé cómo pero hoy por la mañana me siento segura de la decisión y que la forma de demostrarlo será el tiempo.
Ha costado porque los momentos buenos quieres repetirlos y tienes como una sensación de que aun puedes vivir más con él. Soy una persona que no me gusta dejar las cosas sin tener un razonamiento en mi cabeza, lucho y lucharé siempre por lo que para mí vale la pena.
Necesitaba todo lo que viví con él este mes, incluso la semana pasada que fue increíblemente romántica para ayer decir... basta... lo he disfrutado pero ahora disfrutaré de otra manera.
Sin la ansiedad continua de que algo le pueda sentar mal y que me castigue por ello. Y me haga sentir egoísta (que también lo soy) y que no sepa darme un abrazo cuando estoy bloqueada por su reacción.
Creo que esta era la clave, esta sensación de paz la que necesitaba para borrar su número de la agenda y bloquearlo de todo contacto directo con él y decirme: bueno... te va a costar vicky, ahora estás bien pero tendrás tus bajones. 
Pero lo superarás... y tanto.

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